Herman Hesse “El último verano de Klingsor” RBA, Barcelona 2003 1ª Edición
(Original/ Klingsors letzter Sommer 1919)
“Sí, otra vez era de noche, tarde, y tenía que dormir sin falta, a toda costa. Si durmiera un par de noches seguidas, si durmiera bien unas seis u ocho horas, quizá podría reponerse, sus ojos volverían a obedecerle, a tener paciencia, el corazón se apaciguaría y las sienes dejarían de dolerle. ¡Pero entonces, el verano, ese loco y centelleante sueño de verano habría pasado, y con él se habrían derramado miles de vasos no bebidos, se habrían perdido miles de inadvertidas miradas de amor, y extinguido, sin que nadie lo notase, miles de imágenes irrecuperables!”
“No, ningún ser humano podría soportar mucho tiempo una vida así de apasionada, ni siquiera él, ni siquiera Klingsor, el de las diez vidas. Nadie podía dejar arder todas sus luces, todos sus volcanes, día y noche, durante mucho tiempo; nadie podía arder en llamas día y noche más que un breve periodo;”
“Lo cierto es que al final de las épocas apasionadas era cada vez peor, más triste, más abrumador. Pero siempre había sobrevivido y, tras semanas o meses, tras el suplicio o el aturdimiento, llegaba la resurrección, el nuevo ardor, la nueva erupción del fuego subterráneo, obras nuevas y más apasionadas, un nuevo y radiante vértigo de vida.”
“¡Dios mío, tantos miles de cosas esperaban, tantos miles de copas estaban servidas! ¡No había nada en la tierra que no hubiese que amar! ¿Por qué existía el tiempo? ¿Por qué siempre esa estúpida sucesión y ninguna simultaneidad abrumadora, capaz de saciar su sed? ¿Por qué ahora y yacía de nuevo en su lecho, solo como un viudo, como un anciano? Durante toda esta breve vida, se puede disfrutar, crear, pero siempre se canta solo una canción tras otra, nunca se oye la sinfonía completa con sus cien voces e instrumentos a la vez.”
“La naturaleza tiene diez mil colores y se nos ha metido en la cabeza reducir la escala a veinte. Eso es la pintura. Nunca estamos satisfechos, y encima tenemos que darles de comer a los críticos.”
“Verás, Luigi, a menudo pienso lo mismo que tú: que todo nuestro arte no es más que una laborioso sustitución que se paga diez veces más cara, el sustituto de una vida perdida, de una animalidad perdida, de un amor perdido. Pero no es así. Las cosas son completamente distintas. Sobreestimamos lo material si consideramos que lo espiritual es un mero sustituto de emergencia para compensar la falta de aquél. Ni lo materia es una pizca más valioso que el espíritu, ni a la inversa. Todo es igual de bueno. Da igual que abraces a una mujer o escribas un poema. Si lo único que importa es el amor, el ardor, la emoción, lo mismo da que seas monje en elmonte Athos o bon vivant en París.”
“Tengo una horrible sensación en las rodillas, como si los dos fuéramos de bronce y tuviésemos que estar cogidos de la mano en un monumento, ya sabes, como Goethe y Schiller.”
“¿Acaso es menos hermoso estar aquí, ahora? El paraíso no es París ni los tiempos de paz; el paraíso está aquí, está allí arriba, en la montaña, y dentro de una hora llegaremos y seremos los buenos ladrones a quienes les dijeron: “Hoy entrarás conmigo en el Paraíso””
“se detenía a cada momento, conmovido por las imágenes que veía."
“¡Qué extraño que su deseo estuviese ligado precisamente a ella, que ninguna otra copa de amor lo saciase! No estaba acostumbrado a rondar mucho tiempo a una mujer. (…) ¿Sería el cambio? ¿La edad? ¿O simplemente la típica atracción, el nuevo despertar del deseo sexual que siente el cuarentón por la veinteañera?”
“Quería pintar a esa mujer, o ser su amante, aunque solo fuera una hora. Ella lo era todo: madre, niña, amante, animal, madona.”
“¡Cuánto mejor te beberán mis ojos, esbelta bengala, cuánto mejor te conocerán uan vez que tu luz se haya extinguido por completo dentro de mí!”
“No sabía de quién era la mano ni de quién el pie. Notó ternura a su alrededor, volvió a sentir la vieja magia y lo agradeció: aún era joven, aún faltaba mucho para el final, aún irradiaba energía y seducción, ellas lo seguían amando, las buenas y temerosas hembras aún contaban con él.”
"Kül Kalüa, niña, ardor primitivo e inocencia infantil del sudeste sagrado, miles de noches te tumbaste sobre el pecho de Klingsor y cada noche era nueva, más íntima, más dulce que las anteriores”
“La selva maternal se oscurecía, el lodo del mundo primitivo olía a decadencia y procreación, la serpiente y el cocodrilo se arrastraban, sin orillas se desbordaba el río de las creaciones.”
“Todo en devenir, todo en transformación, desbordante de anhelo de ser hombre, de ser estrella, rebosante de nacimiento, de descomposición, de Dios y de muerte.”
“El viento silbará sobre mi oscura tumba.”
“Y mañana ya empezaba agosto, el mes ardiente y febril que mezcla en su copa tanto temor a la muerte y tanta angustia. La guadaña estaba afilada, los días declinaban, la muerte reía escondida en el oscuro follaje.”
“¡A mis brazos, deslucidos árboles polvorientos! ¡Qué cansados estáis, cómo dejáis caer vuestras ramas resignadas y piadosas! ¡Y yo os bebo, visiones benévolas!, finjo ante vosotros duración e inmortalidad, yo, el más efímero, el más incrédulo, el más triste, que teme a la muerte más q que todas vosotras juntas!"
“ de repente se nos helará el corazón; de repente se nos caerá la querida carne rosada de los huesos”
“La pequeña paleta repleta de colores puros y limpísimos, de la máxima luminosidad, era su consuelo, su torre, su arsenal, su devocionario, el cañón con el que disparaba contra la malvada muerte. El púrpura era la negación de la muerte, el bermellón era la mofa de la putrefacción. Su arsenal era bueno, su exigua y valiente tropa resplandecía, como rayos disparaban sus rápidos cañones. Cierto, no servía de nada, todos esos disparos eran inútiles, pero disparar era bueno, era dicha y consuelo, era seguir viviendo, seguir triunfando.”
“Amigos, pasemos la tarde juntos. Nunca volveremos a estar reunidos los cuatro, y no es que lo lea en los astros, lo llevo escrito en el corazón.”
“¡Oh, breve y dulce visión de jardines lejanos: una vida sin miedo, una vida sin melancolía! Sabía que estos jardines le eran inaccesibles. Sabía que estaba destinado a otra cosa, que Saturno lo miraba de un modo distinto, que Dios quería tocar otras canciones en sus cuerdas.”
”-Cada cual tiene su estrella -dijo Klingsor lentamente-, cada cual tiene sus creencias. Yo sólo creo en una cosa: en el ocaso. Vamos en un carruaje al borde del precipicio y los caballos se han desbocado. Estamos en el ocaso, todos nosotros, tenemos que morir, que volver a nacer, nos ha llegado la hora del gran cambio. (…) En nuestra vieja Europa todo lo que era bueno y característico de nosotros ha muerto: nuestra bella razón se ha vuelto locura, nuestro dinero es papel, nuestras máquinas ya sólo pueden disparar y explotar, nuestro arte es suicidio. Vamos hacia abajo, amigos, así es nuestro destino, ha comenzado a sonar el tono Tsing Tse.”
“El ocaso no existe. Para que haya caída o ascenso debería haber abajo y arriba. Pero no hay arriba y abajo, sólo están en la mente del ser humano, en el país de las ilusiones. Todos los antagonismos son ilusiones: blanco y negro, muerte y vida, bueno y malo.
“llevaba la melancolía, ese gigante, hincada de rodillas en su corazón estremecido. Brindó y elogió el ocaso, las ansias de morir, el tono Tsing Tse. La música del tiovivo sonaba a todo volumen. Pero dentro del corazón de Klingsor había miedo, el corazón no quería morir, ese corazón odiaba la muerte.”
“La magia deshace las ilusiones. La magia puede con la peor de las ilusiones, esa a la que llamamos “tiempo”
- ¿El arte no hace lo mismo?
- Lo intenta. ¿A ti te basta con el julio pintado que guardas en tus carpetas? ¿Has suprimido el tiempo? ¿No tienes miedo del otoño, del invierno?
Klingsor empezó a jugar con las botellas vacías, las colocó en círculo sobre la mesa.
- Estos son nuestros cañones – exclamó – con estos cañones destruimos el tiempo, destruimos la muerte y la desdicha. También he disparado a la muerte con colores”.
“No necesito armas para combatir la muerte porque la muerte no existe. Existe el miedo a la muerte. Pero se puede curar, existe un arma para combatirlo. Dominar el miedo apenas lleva una hora. Pero Li Tai Po no quiere hacerlo. Pues Li ama la muerte, ama su miedo a la muerte, su melancolía, su infelicidad, solo el miedo le ha ensañado todo lo que sabe y todo aquello que nos hace quererlo.”
“¡Mirad mi mano, la que sostiene este cuenco azul lleno de vino! Esta mano morena es capaz de muchas cosas. Ha pintado con muchos pinceles, ha arrancado de las tinieblas nuevos fragmentos de mundo y se los ha enseñado a los seres humanos. Esta mano morena ha acariciado el mentón de muchas mujeres y ha seducido a otras tantas muchachas, muchos labios l han besado, sobre ella se han derramado lágrimas, Du Fu le ha dedicado un poema. Esta querida mano, amigos míos, pronto estará llena de tierra y de gusanos, ninguno de vosotros volverá a tocarla. Quizá sea precisamente por eso que la amo. Amo mi mano, amo mis ojos, amo mi blanco y delicado vientre, los amo con pesar y con burla y con infinita ternura, porque muy pronto todos van a marchitarse y pudrirse.”
“¡Todo muere, todo ansía morir!”
“Todo le preocupada, lo atraía, le interesaba, lo angustiaba, todo lo arrastraba de un lado a otro, y él lo arrebató todo para tirarlo después.”
“Aunque una palabra mágica me devolviera
La embriaguez de antaño, ya no la querría.
Dejar de girar hacia atrás la veloz rueda,
Aceptar tranquilo la muerte callada en la sangre,
Dejar de querer lo inconcebible,
Esa es ahora mi sabiduría, mi bondad. “
jueves, 21 de enero de 2010
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