viernes, 22 de abril de 2011


Y me dice mi amigo que estamos los dos pidiendo más que dando... y yo que no me arranco esta culpa inconfesable cuando el de los reclamos es el otro... y si hubiera sido más dulce, más entregada, menos neurótica, menos crítica... de todas maneras todo apuntaba desde el principio a que había una mala tangente en el tiempo. Una montaña arrugada que nos invitaba al vértigo y finalmente nos iba a tirar. Aunque yo siempre prefiero creerme lo que me da la gana. Me resulta asquerosa mi racionalidad presente, sobretodo lo asqueroso es tener que sucumbir a ella.

Pero, ay rubio, me abrazas y yo quiero quedarme.

Y es que tiene uno de esos abrazos perfectos, que perdonan el resto de errores y no supera al resto de cualidades.

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